sábado, 3 de noviembre de 2007

La Talá, ilegal

Xuan Cándano, me llama un día y me dice: "He estado en una charla que daba nuestro amigo común Fernando Urruticoechea. Te ha citado un par de veces por la imputación que tienes por lo del Pleno de La Talá. Nos vemos un día y escribo algo del asunto.
Escribió esto en La Nueva España, en la sección de opinión:

Un dirigente vecinal exhibe una camiseta en un Pleno municipal contra una urbanización en la costa. La Policía lo expulsa. Dos años después, se enfrenta a una pena de dos años y cinco meses de cárcel por escándalo público y desobediencia a la autoridad.

Esto no sucede en una dictadura bananera en África, en un país islamista o en la Corea comunista. Fue en Llanes el 2 de septiembre de 2005 y el protagonista es Domingo Goñi Tirapu, al que sus amigos llaman «Txomín». Ese día el secretario de AVALL tuvo una jornada inolvidable. Por la mañana su perro «Trasgu», un pastor vasco, apareció destrozado. Alguien lo atropelló salvajemente con un vehículo pesado para enviarle una señal a su dueño, que sólo pudo reconocer su rabo. Después, en el Pleno, cuando llegó el punto caliente del orden del día, Txomín se quitó la camiseta para exhibir otra en la que se podía leer: «La Talá, ilegal». Lo mismo hizo el presidente de AVALL, Eduardo Carrero.
Como Txomín desobedeció la orden de la alcaldesa, Dolores Álvarez, para que retirase su camiseta, dos policías locales lo expulsaron de la sala. Se resistió y forcejeó con los agentes. Fuera del salón de plenos lo arrojaron al suelo y lo esposaron. Estuvo dos horas con las esposas. Pidió sin éxito que se las retiraran porque le hacían mucho daño. Tuvo una tendinitis tres meses y una policía local un dedo lesionado cuatro días.
Luego lo trasladaron al cuartel de la Guardia Civil y lo acusaron de escándalo público y desobediencia a la autoridad. La Alcaldesa lo denunció y también solicita su inhabilitación como secretario de AVALL. Un Juzgado de Oviedo la avala y pide para Txomín dos años y cinco meses de cárcel. En cambio, su denuncia contra la Alcaldesa y los policías municipales se archivó en el Juzgado de Llanes y ahora está a la espera de sentencia en el Tribunal Constitucional.

Dicen que vivimos en un Estado de derecho, pero a veces parece que soportamos más bien un Estado de la derecha más extrema. Y ese rostro democrático con prácticas dictatoriales genera muchas contradicciones.

AVALL es una asociación declarada de interés público por el Ministerio del Interior, por lo que tiene derecho a justicia gratuita. Y parece una decisión muy consecuente. Si no llega a ser por esta asociación, nacida en 1991 cuando Llanes comenzó a soportar una enorme presión urbanística, hoy la ensenada de Niembro o la playa de Cuevas del Mar estarían inundadas de cemento, por poner un par de ejemplos entre los proyectos frenados por los conservacionistas.

Pero entre lo que el Estado declara y lo que hace media el abismo que hay entre la razón y los intereses. Tipos como Txomín son imprescindibles para la sociedad, pero muy peligrosos para el poder. Este navarro de mirada franca y risa fácil es un estorbo para los constructores, para los gobiernos y para los dueños del dinero. Es un modesto profesor de instituto, ya jubilado, pero molesta porque es un activista que aborta negocios. Un luchador con causa, condenado al ostracismo, que en los medios sólo aparece protestando, como cuando estuvo cinco días acampado y en huelga de hambre, aunque si hablas con él no pierdes el tiempo y descubres a un idealista inteligente y bien informado. Ahora le amenaza la cárcel, pero antes ya soportó otras de muerte e intentos de agresión. Una vez le acorralaron entre media docena de individuos.

En algún despacho debió tomarse la decisión de apartar a Txomín de la vida pública. Para ello se le aplica la misma norma que llevó a la cárcel a Cándido y Morala. Es una ley aprobada por el PP para defender a los demócratas de los violentos en Euskadi, pero ahora se aplica contra obreros y ecologistas que incordian demasiado.

Si Txomín acaba entre rejas podrá lucir su camiseta en libertad dentro de la celda. Si la libertad de expresión estuviera suficientemente garantizada, como corresponde a un sistema democrático, quien se enfrentaría a la justicia sería la Alcaldesa.

Mientras el caso se resuelve, las obras de La Talá continúan cubriendo de hormigón una zona virgen de la costa llanisca, la más apetecida por los constructores. Desde el alto del Mazucu, donde los republicanos intentaron frenar al fascismo hace 70 años, ya se ve la herida en el paisaje de La Talá. Quinientas viviendas, grandes bloques y la inevitable gran superficie comercial arruinarán lo que fue un espacio protegido y enriquecerán algunos bolsillos. Una operación ruinosa para los llaniscos. Aunque en Llanes no se pueda contar con tres palabras.

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